Capítulo 06.
Jimin logró dormir entre dos y tres horas, de nuevo recibió el amanecer, pero hoy era diferente. No pudo ignorar esa extraña sensación alojada en su pecho.
Se quedó sentado meditando un poco de lo sucedido la noche anterior, creía que se volvería loco con tanto en su cabeza.
Suspirando salió de la cómoda cama y se dirigió al baño para tomar una ducha, cuando terminó se vistió y salió en busca de Jin.
El omega se encontraba despidiéndose de su alfa en la sala, ya que Yongsun pronto saldría para dirigirse al trabajo.
—Buenos días, Yongsun, buenos días, Jin —saludó amable, su voz aún sonaba tímida.
—¡Hola, buenos días, Jimin! —exclamó la pareja alegremente.
Jimin suspira —Jin me preguntaba si...
Antes que terminara el omega le interrumpió riendo con cariño —Jimin, no tienes que pedir permiso para nada, ya sabes cielo, esta es tu casa.
—Gracias, Jin... —camina, pero se detiene volteando a verlo con algo de pena—. ¿Yo...?
—Y antes de que preguntes, si puedes tomar de mi té —le guiñó un ojo y Jimin se sorprendió, parecía que Jin fuera brujo.
Se despidió de Yongsun para ir a la cocina y darles privacidad.
La alfa abrazó a su omega —Diablos amor, en realidad eres psíquico.
—No alfa, recuerda que soy psicólogo, no psíquico, yo no uso una bola de cristal o algo parecido —el omega empezó a balbucear muchos términos para explicarle a su alfa la deferencia entre ambos, Yongsun se acercó estampado sus labios sobre los de Jin, sonrió tanto solo por el simple hecho de que adoraba a ese omega.
—Vaya que esta sí es una manera de hacerme callar —habló con los labios pegados a los de su alfa.
—Te veo en unas horas, recuerda que en la tarde hablamos.
—Adiós, cielo, ¡TE AMO! —gritó el omega.
—¡TE ADORO CARIÑO! —Yongsun respondió gritando igual.
Dentro de la cocina, Jimin intentaba alcanzar la caja de té que se encontraba en la alacena de arriba, era muy alta, intentó pararse de puntas; sin embargo, el dolor en sus piernas y costado impedía que la alcanzara.
—Tan solo un poco... —Jimin estiró el brazo lo más que pudo, aún así, no logró alcanzarlo.
Jungkook apareció justo en ese momento, le observaba desde la puerta, aún estaba en pijama, ya que su trabajo empezaba tiempo después, le habían concedido unas horas para instalarse y leer toda la información que se tenía con respecto al caso.
Con temor a poder incomodarlo carraspeó un poco para llamar su atención, Jimin dio un brinco por el susto y al ver al alfa se ruborizó.
—Hola Jimin, buenos días —Jungkook saluda con una enorme sonrisa.
—Buenos días —responde, logrando que las palabras no se enredaran en su boca.
—¿Necesitas ayuda? —pregunta apuntando al té.
—Sí, necesito eso, por favor —señaló la caja de té un poco nervioso. En Jimin había temor a lo nuevo o desconocido, pero con el alfa era diferente.
Jungkook se acercó al estante, se puso de puntas y alcanzó la caja dejándola en la encimera —Aquí tienes.
—Gracias.
—Es un placer, y bien ¿les gustarían unos omelette para desayunar? —preguntó buscando lo necesario.
—¿Tú cocinas? —inquiere y ve al alfa asentir, Jimin se asombra, Jungkook le causa cierta intriga—. Está bien, gracias.
—Perfecto, ¿te molestaría ayudarme? Solo si tú quieres, no te sientas comprometido —Jungkook tiene sus ojos sobre él, Jimin desvía la vista, no le molesta, pero se siente avergonzado.
—No me molesta —da la vuelta sintiendo su rostro enrojecer.
Como si tuvieran tiempo practicando, Jungkook sacó los utensilios y Jimin los ingredientes del refri, sin preguntar, el alfa picó algunas de las verduras que el alfa tenía, preparó la sartén para después ir vertiendo los huevos ya batidos.
Jimin sin saber que al alfa le encantaban los pimientos los agrega y Jungkook pone mucho queso justo como el ojiverde siempre ha deseado comer.
Jungkook terminaba de preparar la mesa mientras Jimin servía, ambos se toparon, el alfa se hizo a un lado, pero el ojiverde dio el mismo paso, fue como una pequeña danza.
Jimin se ruborizó —Lo siento, perdona.
Jungkook sonríe y de nuevo le da esa mirada —No te preocupes Jimin.
Jin estaba entrado a la cocina para preguntar que podían hacer y la verdad no se sorprendió cuando vio todo listo y servido, sonríe al ver cómo Jimin observaba de soslayo a Jungkook.
Desayunaron juntos, el alfa estaba orgulloso de poder apreciar como Jimin se había acabado toda la comida gracias a él. Su estrategia fue simple; le preguntaba si estaba pasado de sal y Jimin degustaba un bocado y negaba, luego que si el pimiento estaba algo crudo o que si el jamón estaba en su punto, si había mucho queso y fue así hasta que vio su plato vacío.
Jin le agradeció a Jungkook dando un leve apretón sobre su hombro.
El omega dijo que él limpiaría por no haber ayudado en la preparación.
Unas horas más tarde, Jungkook salió de la casa para ir con Yongsun. Antes de marchar, pasó a despedirse de Jimin y Jin. El omega tomaba una ducha.
Jungkook salía con su uniforme ajustando sujetadores y el cinturón, Jimin no pudo evitar apreciar lo espectacular que se veía, el alfa sonríe de nuevo, de inmediato bajó la mirada prestándole atención a la planta en sus manos —Iré a las oficinas, ¿serías tan amable de informarle a Jin?
—Claro —Jimin responde aún con la vista baja.
—¿Jimin? —llama y el ojiverde conecta miradas—. Gracias por tu ayuda en el desayuno, espero se nos haga costumbre.
—Bien, sería lindo —de nuevo baja la mirada de inmediato, ya que siente su rostro enrojecer.
—Genial, te veo después, si necesitas... Digo, si necesitan algo, llamen por favor —Jungkook sale y Jimin agradece porque piensa que su rostro no puede estar más rojo.
Hasta ahora los días marchaban tranquilos para Jimin, sus sesiones podrían llamarse liberadoras, el omega mayor le ayudaba a canalizar sus miedos y tener la fuerza para sobrellevarlos.
En un par de ocasiones tuvo algunos ataques de ansiedad que se le salían de las manos, pero ahora era más sencillo controlarlos, porque nada le haría daño, ahora estaba a salvo, además el aroma de cierto alfa por toda la casa le otorgaba una sensación de tranquilidad.
También cumplió con lo acordado con Jungkook, en varias ocasiones cocinaron juntos, siempre en silencio y sin hablar mucho, aún así, se sentía muy bien tener al alfa cerca.
Ahora Jin se encontraba limpiando la cocina y Jimin salía de su sesión cuando lo divisó, se acercó a él algo inquieto, el doctor Kim y él trabajaban en expresar sus emociones para que no se siguieran acumulando en sus pensamientos y sentimientos sin temor. Era importante el darles importancia.
—Jin necesito decirte algo —Jimin se acerca temeroso.
—¿Estás bien? ¿Te pasó algo Jimin? —preguntó rápidamente preocupado.
—No, no ha pasado nada, solo es que no puedo seguir así.
—¿Así cómo jovencito? —inquirió el castaño colocando el trapo que tenía en manos sobre su hombro.
—Así, sin hacer nada, me siento inútil, no me dejas ayudar y no quiero parecer un aprovechado, eso me vuelve loco.
—No te preocupes Jimin, pero, ¿podrías guardar este vaso en el estante? —Jimin tomó el vaso y lo guardó—. ¡Listo!, ves, ya me ayudaste —Jimin negó, tuvo otro intento de sonrisa.
—Jin estoy hablando en serio.
—Bien, si tú deseas organizaremos las tareas, pero igual no te preocupes que algún día me las voy a cobrar y te vas a arrepentir de tus palabras.
—¿A qué te refieres?
—A que cuando tenga a mis cachorros, tú serás un tío excelente y me ayudarás a cuidar a esos demonios, tengo la sensación que serías una gran madre o padre, no sé cómo te gustaría que te llamasen —Jin balbuceó aquello, ya que ellos tenían la idea de que Jimin era un beta.
Jimin se paralizó sintiendo un pequeño mareo, las palabras del omega le atacaron con fuerza por más simples que fueran, lo incluyó en su familia como si nada, pero la mención de los cachorros le dio duro a su corazón, su respiración empezó a ser agitada, lo que hizo que cayera sentado en el piso. Jin se acercó de inmediato pensando que había dicho algo malo, le sirvió un vaso con agua y se lo dio.
—Jimin, si no quieres que te llamen tío, no te preocupes, yo lo dije porque ya te considero parte de nuestra pequeña familia, lamento si dije algo que te ofendiera o te incomodara —preocupado, habló con culpa después de verlo calmarse un poco.
—Eres muy dulce Jin, estaría encantado —respondió para que el omega no se hiciera ideas erróneas en su cabeza.
—¿Qué sucede entonces, por qué estás así?
—Yo, yo es que... —apretó los labios viendo a otro lado.
—¿Necesitas hablar? Si quieres hablar no te preocupes que aquí estoy.
Jimin suspiró queriendo llorar nuevamente, ¿qué tan malvado se debía ser para ocultar algo de su miserable vida a quien le ha brindado todo?
Jimin tomó la decisión de contarle a Jin su verdad, el omega había sido tan bueno con él, le ha tenido tanta paciencia; le había escuchado cuando él quería hablar y calló cuando necesitaba silencio y ahora le decía que lo consideraba como su familia, no solo le demostraba su cariño e interés con palabras, lo hacía con sus acciones.
Se creía fuerte para poder hablarlo y quizá quitar ese peso de encima, ese dolor que nublaba su corazón, era lo que necesitaba para seguir, al menos eso decían en la terapia.
Con Hoseok nunca podía hablar más que a través de las miradas y lágrimas que compartían cuando el omega lo encontraba golpeado o al borde del desmayo.
Cuando estuvo ingresado en el hospital le rogó al doctor que no mencionara su casta.
Jimin no quería sentirse egoísta, tenía tanta suerte de estar con ellos.
Uno de los ejercicios de terapia que Jin le sugirió, era escribir todo lo que tenía en sus pensamientos. Llevaba años callando sus tormentos, el mismo omega le regaló un cuaderno y unas plumas para que pudiera escribir, por las noches, pasaba horas llenando esas páginas con letras y lágrimas.
Escribió en tinta lo que nunca pudo decir hasta este momento y simplemente no pudo más y como torrentes las palabras escaparon de sus labios.
Jin se sentó a su lado esperando a que Jimin decidiera, nunca le exigiría ni forzaría para hablar.
—Jin hay algo que ustedes no saben de mí, en realidad yo... —suspiró tan profundo hasta quedarse sin aire, Jin apretó fuerte su mano para demostrar su apoyo.
—Tranquilo, cariño, respira —el omega le confortaba.
—Yo, yo soy un omega, no un beta como ustedes lo imaginan, y te pido perdón, no era mi intención ocultarlo, pero me daba tanta vergüenza decirlo —musitó tan rápido para después cubrirse el rostro con ambas manos.
Jin abrió tanto los ojos que parecía que escaparían de sus cuencas orbitales.
—¿Jimin? —llamó susurrando luego de verlo tan desecho y avergonzado.
Jin guardó silencio esperando la respuesta de Jimin, le sujetó una mano dándole ánimo para continuar.
Jimin había empezado a llorar, pero era diferente, era más desgarrador y Jin podía sentirlo por la forma que nuevamente el Jimin tenía la mirada perdida, descubrió su rostro y sorbió su nariz con unos pañuelos que el omega le tendió.
—Yo tuve un cachorro —susurró con tristeza, decirlo se sentía tan bien—, su nombre era Jaesung, pero yo le decía Jae —dijo en un hilo de voz, la cara de Jin era todo un poema.
—¿Qué?
—Sí, y fui tan mala madre que murió por mi culpa, murió intentando salvarme de los golpes que me daba Dongwoo —Jimin no aguantó el retener el sentimiento y lo dejó salir, llorando desesperadamente.
Jin se unió a su llanto y lo abrazó fuerte.
—Iba a ser un gran alfa, era tan fuerte y tan protector, mi cachorrito era tan pequeño...
—Jimin amor, por los dioses —el omega estaba estupefacto, no podía creer lo que escuchaba.
Sus hombros llevan una carga pesada, sus pies arrastraban cadenas de culpa y dolor, solo deseaba que el frío abrazador llegara y terminara de congelar todo su ser para ya, al final, no sentir nada.
—La mayor parte del tiempo lo mantenía escondido en la habitación. Dongwoo enfureció cuando supo que esperaba un cachorro, él no quería nada ni a nadie, excepto su dinero, pensé que lo perdería después de la golpiza que me dio.
—Ese maldito infeliz bastardo —Jin sorbía su nariz, sus ojos estaban rojos por la ira que contenía.
—Caí tan bajo que llegué hasta rogarle para que me pegara cuando mi bebé dormía, así no se daría cuenta de nada, pero mi niño era tan inteligente y siempre me protegía, pasaba sus manos sobre mi rostro para calmarme —hipó.
—Jimin, ¿cómo has podido con tanto? Eres tan fuerte amor.
—No había mucho que comer, ¿sabes? Y él, siendo tan solo un pequeño cachorro, me compartía de la única ración que tenía.
—¡Dioses! Pero... No entiendo cómo ese alfa tonto hizo todo eso.
—Al principio, cuando Dongwoo me pegaba, terminaba besándome, diciendo que era mi culpa por ser un mal omega, pero que él me enseñaría cómo ser uno verdadero, al pasar el tiempo se volvía más agresivo y entendí que yo seguía sin ser nadie. Me tenía bajo su poder, él hacía lo que quería.
—¡Por Saturno!
—De la peor forma entendí que los golpes y palabras hirientes, no deben ser maquillados ni disfrazados con "amor".
—Hay que ser un jodido cabrón para romperle la sonrisa a quien dices amar.
—Y no solo la sonrisa —Jimin aportó, suspira aguardando unos segundos.
Jin lo consuela —No se le puede llamar amor a las sonrisas momentáneas, disculpas ensayadas ni besos de consuelo, el amor nunca debe doler, no te humilla y jamás te levanta la mano, ni te fuerza a hacer algo que tú no quieres, no te dice que hacer ni debe golpearte "por tu bien" o "para que entiendas" ni "porque tú provocas eso".
Jimin escuchaba atentamente a Jin —El amor no es control, ni denigración, ni anulación. Quien ama, te quiere libre y entero, sin rasguños ni marcas y con tus alas completas.
Jimin recordó cómo el alfa enfurecía en sus celos por no funcionar como un omega, en aquella ocasión había estrellado su rostro en una puerta y lo arrastró del cabello hasta sentarlo en una silla para amarrarlo en ella, dejándolo con el rostro ensangrentado, regresó con dos omegas, con vestidos cortos zapatos de tacón alto, ellas eran hermosas y al verso se burlaron en su cara.
Dongwoo manoseó sus cuerpos y los tomó delante de él, burlándose con palabras hirientes que lo hicieron llorar, le gritaba que mirara cómo un buen omega debía servir para satisfacer a un alfa, el asco por ese alfa volvió, Jimin parpadea intentando borrar el pasado.
—Acabó con todo Jin, ya no quedan rastros de algo o de nada, en realidad ya no siento nada.
—Quedaste tú, volverás Jimin, algún día todo será mejor.
—Yo rogué Jin, rogué día y noche pidiendo ayuda para salir de allí, no me importaba nada de mí, solo quería que Jae estuviera bien y fallé, fallé en lo único que se suponía que debía hacer.
—Jimin, eso no fue culpa tuya, tú eras y siempre serás una gran madre para tu Jae.
—Claro que lo fue, fallé en ser una buena madre, cuidarlo y protegerlo. No puedo evitar pensar en eso, ¿y lo peor de todo esto? Es que mi omega me abandonó luego de la partida de Jae, me quedé totalmente solo.
—Es por eso que no tienes olor, posiblemente tu cuerpo no soportó todo Jimin, si tu omega se hubiera quedado no habrían aguantado tanto.
—Nunca supe cómo hacerlo regresar, me hace falta aquí —señaló su pecho—. Yo sé que se fue porque está decepcionado de mí, por no poder cuidar a mi bebé.
—No, cielo no digas eso. No creo que es como tú piensas, vivías bajo mucha presión, tantas emociones lo aturdieron.
—Una de mis muchas, pero auténticas desgracias de vida, era no tener con quién compartir mis penas hasta que llegó Hoseok, él fue importante, quiso tanto a Jae, y tampoco hice algo por él —seguía lamentándose.
Jin confortaba a Jimin con su silencio y pequeñas caricias.
Ahora era necesario callar para dejar que Jimin se desbordara para calmar un poco su pesar.
—Se parecía un tanto a mí, pero me recordaba mucho a mi madre, su cabello era rubio y ondulado, ojos verdes con mejillas rosadas que parecían manzanas, apenas tenía dientes, recién le habían salido, estaba a punto de cumplir un año cuando pasó todo.
En la mente de Jimin se reproducían los recuerdos de su Jae tal como una película.
Como ese día, cuando había empezado a caminar y se había caído sobre sus pequeñas pompis, vio a Jimin con sus grandes ojos verdes y soltó una carcajada.
O las noches cuando se acurrucaba a su lado mientras él tarareaba aquella canción. Los prolongados momentos que estaban encerrados y jugaban. Los momentos de madre e hijo.
Los trajes que Hoseok le daba a escondidas.
Su forma de sonreír y la manera en que metía sus pies dentro de su pequeña boca cuando estaba acostado haciéndose una tierna bolita.
La primera vez que había balbuceado llamándolo mamá.
Verlo dormir con sus labios entreabiertos. Acariciar su piel, llenarlo de besos.
Amarlo.
Sonrió un poco ante los recuerdos que siempre llevaría dentro de sí, cuando Jae se marchó tomaba su ropa y le hablaba imaginado que lo sostenía en brazos, se disculpaba una y otra vez hasta cansarse. Tenía la imagen presente de cuando su bebé se acurrucaba en su cuello para sentir su aroma.
Continuó con su relato limpiándose las lágrimas que empapaban sus mejillas —En algunas ocasiones, cuando salía al patio en busca de algo de paz, un viento venía y revoloteaba en copa de los árboles, se levantaban pequeños torbellinos de hojas y creía que era mi cachorro que se escapaba del cielo y venía a visitarme, es algo tonto, pero me mantenía cuerdo.
Suspiró para poder continuar hablando —Él era tan dulce y no me imagino a nadie negándole permiso de venir a mí —Jimin rió con amargura ante su pensamiento—, algún día, sé que nos encontraremos en todos esos lugares a los que nunca fuimos por razones que no entiendo y no merecíamos. Me hizo brillar aún cuando tenía el alma rota, llegó para evitar que muriera, él me salvó —luego de terminar con su relato se acurrucó más junto a Jin.
El omega lo mecía en sus brazos acariciando su cabello.
Porque Jimin experimentó la soledad en su presentación más desgarradora, ya que los dolores externos eran pasajeros, pero el que tenía dentro lo apagó poco a poco hasta casi extinguir su luz.
Porque el peor dolor no era el que mataba, sino el que te quitaba las ganas vivir.
Librarse de él no era tan fácil como hacerlo caer de la vida igual a cáscaras secas, tenía un proceso donde muchas veces te atrapa oprimiéndote el pecho, te cierra el estómago y te arden los ojos a tal grado que no se pueden abrir, las palabras mueren en la garganta, el oxígeno no parece ser suficiente, porque se estanca como si te estuviera estrangulando.
Entonces das manotazos al aire con esa sensación de ahogamiento, porque amas el mar, pero te da terror el agua y en ese punto es donde un nuevo aliento viene y emerges desesperado sintiendo cómo la vida regresa a tu cuerpo.
Y hay tormento y paz en perfecta conjunción.
Jimin no sabía cuánto necesitaba el contacto humano y calidez, disfrutó y se confortó por primera vez desde hace mucho tiempo.
—Jimin, amor, debemos decirles esto a Yongsun y Jungkook, debemos llevarte con un doctor para que te revise.
—No Jin, por favor no, dame un poco de tiempo —se levantó bruscamente con los ojos rojos.
—Como tú desees cariño, todo estará bien, añoro el día en que recuperes esa hermosa sonrisa que sé que tienes. No tienes idea de cuánto te admiro, eres tan fuerte y valiente.
—Mamá me decía eso de pequeño, ¿sabes?, me aferré tanto a esas palabras que por ellas sobreviví, yo intenté quitarme la vida en muchas ocasiones, pero Dongwoo me encontró, yo solo quería irme con mi bebé, después pensé que yo no merecía morir, debía vivir y llorarle toda la vida, eso es un buen castigo, quizá así me perdone no haberlo protegido —dijo sollozando de nuevo.
Dongwoo lo golpeó tanto aquel día y Jimin solo se dejó, no opuso resistencia, esperando que el dolor físico aliviara el que llevaba dentro.
—No, no, no Jimin, no digas eso, tú te mereces una linda vida, corazón, has pasado por tanto, no hables así, vamos a luchar juntos, para que tu corazón pueda tener paz, juntos lo lograremos. Además, tenemos a Yongsun, a Jungkook y Yoongi, tienes que estar aquí para cuando Hoseok aparezca.
—Lo sé, solo espero que se encuentre sano y salvo, no puedo dejar de pensar en él.
—Ya verás que sí, gracias por tener la confianza y contarme todo esto.
Jimin lo había logrado, pudo hablar de aquello que había acabado con su vida, días anteriores mencionó pequeñas cosas de lo que sufrió, pero no como ahora y se sentía un poco feliz de tener a Jin para que lo comprendiera.
Por la noche Yongsun llevó a Jin al jardín con la excusa de hablar de sus plantas, Jungkook y Jimin se quedaron en la cocina. El alfa fue el primero en tomar la palabra.
—Son unos tramposos, ¿puedes creer lo que hacen? —inquiere fingiendo sentirse ofendido.
—No —responde Jimin tomando algo de aire—. ¿A qué te refieres?
—Esos dos se aprovechan de nuestra nobleza, salen a pasar el rato para que tú y yo nos encarguemos de la comida —niega riendo, Jimin observa cómo sus dientes muerden la punta de su lengua.
—Oh, ¿eso te molesta? —pregunta escondiendo sus manos dentro de su sudadera.
—No, es muy agradable cocinar junto a ti, ¿a ti te molesta? —Jimin niega y camina en búsqueda de los ingredientes. A Jungkook le parece tierna su actitud, su rostro está completamente rojo. Su alfa deja salir pequeñas cantidades de su olor y puede notar como la tensión en los hombros de Jimin desaparece.
—Dime, ¿qué se te antoja? —Jungkook ladea el rostro, le habla con tanta calma que Jimin siente que es como un arrullo.
—Yo... no sé, ¿qué deseas tú?
—No estoy seguro, ya hemos cocinado cosas que a mí me gustan, me encantaría saber que es de tu agrado.
—Bien —suspira—. Me gusta la crema de calabaza y pan tostado.
—Perfecto, cocinemos eso —Jungkook sonríe emocionado.
Jimin se sonroja cuando Jungkook toma un cucharón y le ofrece degustar el sabor, le pide ser sincero y el ojiverde emite un sonido que lo deja totalmente avergonzado. Eso es la señal perfecta para hacerle saber al alfa que es perfecta.
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